- Proyectos desnaturalizados
- El sistema, (casi) a salvo
- Cosmética; nada profundo
Astillero
Julio Hernández López
Es un nuevo escenario. Pero no sólo
porque ya están definidos los contendientes expresamente partidistas (López
Obrador, Meade y, ahora, Ricardo Anaya, aunque todavía falten fases procesales
para darlos como candidatos oficiales). Hay algo más importante que las
personalidades de esos precandidatos “no independientes” y sus incidencias
anecdóticas: con ellos tres se profundiza la desnaturalización de los proyectos
partidistas e ideológicos originales de los que ahora se valen, se acelera el
reclutamiento y rediseño absolutamente pragmático de las tropas políticas de
cada cual y, aunque hoy las apariencias quisieran engañar, se garantiza la
continuidad de un sistema político y económico que, estando justamente en uno
de sus peores momentos, con una clamorosa exigencia social de cambios profundos,
se apresta a cumplir un ritual más en urnas, a cuyo final no se vislumbra
ninguna propuesta organizada más que para la cosmética y, si acaso, la
alternancia, que no transición alguna./
La constitución del ente coaligado
que se hace llamar “Por México al Frente”, derivación del “Frente Ciudadano por
México”, es la más evidente demostración del quebranto de las ideologías que
durante décadas rigieron la conducta, siempre zigzagueante, pero nunca tan
abandonada como ahora, de dos partidos que fueron emblemáticos: Acción Nacional
como formación expresa del derechismo (sólo llegó a destacar en esa ubicación
de geometría política el Partido Demócrata Mexicano, vertebración del
movimiento sinarquista) y el de la Revolución Democrática que, antes de la escisión
que devino en Morena, era la máxima expresión de la izquierda electoral./
Anaya ha consumado un meticuloso plan
a la vista que buscaba hacerlo candidato presidencial. El joven queretano es un
especialista en descabezar a sus adversarios, pero también a sus aliados: dejó
en el camino a quien parecía su progenitor político, Gustavo Madero; resistió
los embates descuadrados de Felipe Calderón, con sus recursos económicos,
mediáticos y humanos (algunos de ellos derivados de sus prestaciones como
exocupante de Los Pinos) en busca de allanar el camino a Margarita Zavala; ha
mantenido a raya las ambiciones de Rafael Moreno Valle (quien busca continuidad
política personal, como senador, y, al estilo Calderón, que la esposa Martha
Érika Alonso sea candidata a gobernar Puebla); y, finalmente, doblegó a Miguel
Ángel Mancera, quien hubo de retornar al gobierno chilango con todo y maletas,
luego del frentazo que le dieron su anterior aliada, Alejandra Barrales, y el
impío Anaya./
Mancera no queda totalmente desprotegido:
colocó a un propio, Manuel Granados, en la gerencia provisional del fideicomiso
de liquidación del Sol Azteca, a título de presidente del comité nacional, e
intentará decidir candidaturas a Diputaciones federales y Senadurías para los
propios, en este rubro de los escaños, en especial a su operador principal,
Héctor Serrano. En Acción Nacional, el nuevo presidente del partido es Damián
Zepeda, quien fungía como secretario general, aliado durante años del propio
Ricardo Anaya y beneficiario político y defensor del exgobernador de Sonora,
Guillermo Padrés, actualmente en la cárcel./
El revoltillo frentista supone que
“izquierdistas” votarán por “derechistas” para presidir la República,
específicamente por el partido al que en 2006 acusaron de robarse las
elecciones, con Felipe Calderón como indiciado. Y supone que “derechistas”
votarán por “izquierdistas” en la capital del país, a reserva de los arreglos
que se darán en otros estados y distritos electorales. El PAN y el PRD están en
un proceso de desfiguración que no es superficial: la brújula, los parámetros
de esas organizaciones se han desajustado, con consecuencias más allá de estas
elecciones inmediatas. Un PAN ya sin calderonistas, dominado por el anayismo
pragmático; un PRD desdibujado, contrario a lo que le quedara de decoro
ideológico./
En el Partido Revolucionario
Institucional hay también un proceso de autodegradación. Para imponer a José
Antonio Meade hubo modificaciones estatutarias pero, sobre todo, un cambio de
ánimo y perspectivas, que se han confirmado sin atenuantes con la designación
de otro tecnócrata ajeno al priismo, Mikel Arriola (exdirector del Seguro
Social), como abanderado para la capital del país: para ser candidato a cargos
importantes, en el PRI el nuevo requisito es no ser priista; militar en el
tricolor significa apoyar las designaciones de quienes, para tratar de ganar,
deben ser ajenos al propio partido postulante./
En Morena se ha dado un proceso
sostenido de alejamiento de los postulados originales. Ya no se trata de la regeneración
nacional, sino del reciclamiento de cuadros de diverso nivel de la clase
política tradicional y originalmente repudiada (tal vez el experredista y
testigo de la firma del Pacto por México, Miguel Barbosa, sea un caso
emblemático, pero no único, ni el peor)./
Y, en aras de una ingenua creencia de
que a los fríos factores de poder se les puede engañar con “conversiones” de
última hora, el plan alternativo de nación (cuya redacción final corrió por
cuenta del equipo del derechista Alfonso Romo) y ciertas “ofertas” a la clase
empresarial han significado un corrimiento hacia la derecha que, en esencia,
constituyen compromisos políticos de continuidad “mejorada” del actual sistema,
nada de cambios “verdaderos”, de fondo./
Astillas: Avanza la versión de que la
candidatura priista a gobernar Yucatán quedará en el actual diputado federal
Pablo Gamboa Miner, hijo del jefe senatorial e influyente y aerotransportado
jugador de golf con Peña Nieto, Emilio Gamboa Patrón… La presidenta estatal del
DIF de Veracruz, Leticia Márquez, jocosa, ha comentado a periodistas que tendrá
dos hijos gobernadores. En 2018, uno de ellos podría recibir el mando de parte
de su padre, Miguel Ángel Yunes Linares. Y, según la señora Márquez de Yunes,
en 2024, podría llegar al cargo otro miembro de esa dinastía… Y, mientras
Emilio Álvarez Icaza y la agrupación ahora negocian candidaturas con Ricardo
Anaya, ¡Hasta mañana!
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